Nuestra abeja local tiene muchas virtudes: entre las más destacadas está la pureza y que es muy productiva. El hecho de traer abejas de otras zonas no solo es menospreciar nuestra cabaña, también se corre el grave peligro de traer enfermedades con ellas. Para comprender los cambios geográficos que han sufrido nuestra abeja doméstica desde hace un millón de años y aprovechar el acervo genético con fines productivos y conservacionistas, existe un estudio de un grupo de científicos de la Universidad de Murcia que en base a un marcador mitocondrial han elaborado un mapa detallado de la Península Ibérica.
Resumen:
Un extenso estudio de los haplotipos mitocondriales en colonias de la abeja doméstica de la Península Ibérica ha corroborado las hipótesis previas acerca de la existencia de una variación clinal conjunta de los linajes evolutivos africano (A) y europeo occidental (M). Se ha encontrado que la Península Ibérica es la región europea con la mayor diversidad (12 haplotipos detectados pertenecientes al linaje M y 10 al linaje A). La frecuencia de los haplotipos africanos disminuye en la orientación SW-NE, al tiempo que aumenta proporcionalmente la de los M. Estos resultados se analizan en relación a las hipótesis recientes que ubican el origen de Apis mellifera en África, junto con otras que postulan una colonización temprana de esta especie en Europa occidental, seguida de una diferenciación durante el Pleistoceno. El patrón geográfico actual de haplotipos y frecuencias a escala regional, parece estar influido por la adaptación a las condiciones climáticas locales y la trashumancia, práctica que ha adquirido grandes proporciones en las últimas décadas. Otras influencias antrópicas acontecidas como las colonizaciones de griegos, romanos y árabes han tenido posiblemente poca influencia sobre las poblaciones ibéricas actuales.
Si nos gusta la naturaleza y disfrutamos dando paseos por el campo, basta con ser un poco observador para localizar algún enjambre. También podemos hablar con amistades y conocidos de nuestro entorno y advertirles que cuando vean un enjambre nos avisen. Otra opción sería trampearlos.
Para trampear un enjambre basta con acondicionar un núcleo o directamente una colmena, para ello prepararemos algunos cuadros con cera e introduciremos dentro algún trozo de cera viejo, conviene frotar el interior con melisa o rociarlo con algún spray de los que se comercializan para este fin. Es importante apresurarse en la instalación con el fin de poder coger los primeros enjambres que salgan, que como es lógico serán los más poblados, como dice el refrán:
"el enjambre de abril, para mi.
el de mayo, para mi hermano
y el de junio, para ninguno"
Hay que tener muy presente que existe una grave degeneración de la raza, posiblemente fruto de la euforia y la codicia que en los últimos años a experimentado la apicultura moderna. No resulta complicada la selección del ganado para un apicultor, se trata de una labor que se puede realizar de año en año y que no requiere más que observación y buenas prácticas.
Por otro lado, resulta imprescindible para un apicultor tanto la selección de la raza como la cría de reinas. La división de colmenas es importantísima, con esto conseguimos variabilidad genética (fundamental a la hora de hacer una selección posterior), con las divisiones quitamos el instinto de enjambrazón... Eso sí, debemos única y exclusivamente dividir enjambres fuertes y sanos, que tengan abundante cría abierta y cerrada y estén bien abastecidos de miel y polen. El enjambre ideal se compone de 1/3 de cría, 1/3 de abejas de exterior y 1/3 de abejas de interior.